En el invierno de 1829, María Sáez de Vernet llegó a la isla Soledad acompañando a su marido Luis Vernet, primer comandante de las islas Malvinas. De esa experiencia llevó un singular diario más aplicado a lo doméstico que a las aventuras marítimas. El poeta platense Marcelo Luis Vernet rodeó de apostillas y materiales diversos acerca de todos los antecedentes de viajes y expediciones a las Malvinas, enriqueciendo el diario de su chozna María Vernet. Malvinas, mi casa es una obra que fue concluida por sus hijos -Marcelo Vernet murió en 2017-, y que ahora se presenta en dos tomos de notable construcción.
Durante siglos, los tanteos, las derivas, los extravíos fueron parte de las exploraciones por mar. Sin ellas era imposible dar con lo nuevo, des-cubrir. Una vez cartografiado por completo el globo, los navegantes quedaron presos de las rutas marítimas más rápidas y seguras. La literatura recibió como legado los prodigios del desvío. No seguir un rumbo fijo, dar vueltas, retroceder, perderse, tal es el método que empleó Marcelo luis Vernet para escribir, en torno a un diario de viaje de la primera mitad del siglo XIX, un texto de forma tan original como eficaz para explorar tanto un territorio como las memorias, lenguajes o imaginarios vinculados a él.
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