La máquina de la inseguridad es un artefacto con muchos engranajes. No estamos hablando de un aparato de gobierno, porque está compuesto, además, de prácticas políticas y políticas públicas, de imaginarios sociales de larga duración, de pasiones punitivas; campañas de pánico moral; procesos de estigmatización social; prácticas policiales relativamente autónomas o descontroladas por el funcionariado de turno; de declaraciones fuera de lugar, exabruptos o bravatas y escándalos políticos; escuchas telefónicas; armamentismo vecinal; desidia judicial y encarcelamiento masivo; criminalización y judicialización de la protesta social, etc.