Quizás hoy lo mejor de la literatura argentina esté circulando tangencialmente, fuera del circuito de las grandes ventas, de los monopolios editoriales que atestan las librerías con etiquetas que prometen al lector una lectura inolvidable. Carlos Ríos circula silbando bajo por afluentes que rumbean lentamente, pero de esos que alimentan finalmente el curso de la gran literatura.

Ríos nació en Santa Teresita en 1967, estudió Literatura en la ciudad de La Plata y desde 2001 a 2006 vivió en México, donde apareció La recepción de una forma (2006), su tercer poemario. Anteriormente, en Argentina se habían publicado Media Romana (2001) y La salud de W. R. (2005), sus primeros poemas. La narrativa aparecerá recién en 2009 con Manigua, que ahora acaba de ser publicada junto con El artista sanitario en una editorial independiente de Valencia, España. Pese al desfase temporal entre la poesía y la narrativa, Carlos Ríos afirma que desde siempre escribe en simultáneo poemas y relatos. “En mi cabeza es todo lo mismo, no hay pasajes entre registros porque el estado de la lengua es el mismo. En mis libros la narrativa surge en los poemas y al revés. Hay rareza en lo que se cuenta y el modo de disponer las palabras no se queda atrás en el retaceo o expansión de significaciones. Esto, dicho así, podría sonar categórico y da la imagen de un autor que es consciente al cien por ciento de su trabajo sobre los procedimientos, pero la verdad es que no es así. Soy un escritor improvisado que produce sin mapeos previos”.

 

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