Ensayo de vuelo

RESUMEN

Paloma Vidal escribe su Ensaio de voo volviendo literalmente a casa mientras lee los libros de las moças que, por su parte van, en dirección opuesta, hacia un exilio. Chicas argentinas viviendo pobremente de paupérrimas becas en Alemania y en Inglaterra  mientras invocan a sus madres o, mejor, huyen de ellas al tiempo que fuerzan una lengua nueva que no las incluye.  No importa tanto que narre aquí los pormenores de Ensaio de voo, donde la escritora se detiene en tratar de entender el porqué de que esas dos chicas hayan decidido emigrar de su país solas, promediando los 40 años, y sin saber muy bien cómo se las arreglarían al llegar a destino. Tampoco importa que diga aquí que estos dos comienzos de libros la impulsan a preguntarse por el destino de su propia hermana quien también acababa de tomar la decisión intempestiva de emigrar a Francia sin ningún plan concreto de supervivencia. Lo que sí importa, es que la lectura de Ensaio de voo me aclara algo: leer y escribir es una dupla que sólo puede separarse cuando se levanta la cabeza de las páginas ajenas para volver a inclinarla en las propias. La lectura de estas páginas se transformó para mí, como para Vidal los dos comienzos de los libros de las chicas (“moças” en portugués), en la motivación para empezar a escribir un libro, buscar algo que a veces, como le pasó a Vidal, es sólo un comienzo.

Tamara Kamenszain

 

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