Lisiana

EME & BAJO LA LUNA
Fin de los mismo

RESUMEN

Lisiana, la gordísima mujer que da nombre a esta novela de Carlos Ríos, es contadora y asiste, hasta el momento de su muerte, al taller de poesía de Atilio Montalbetti, quien por error tiene en su poder una carpeta con los últimos escritos, extraordinarios, de su discípula. Desde allí, Lisiana despliega la serie no consecutiva de eventos que lleva a un conjunto de poemas a fijarse en el libro de otro. El lector sobrevuela las “superficies chirles de lo real” en las que el “yo” de Montalbetti hace apenas pie en su indagación por el origen de esos poemas y la materia verbal rebulle con la aplicación de consignas fraudulentas adoptadas de una personal “escuela poética de la mirada”. Como el arte de la combinatoria es prácticamente ilimitado, pero eficaz en pocas ocasiones, el estado continuo de visión poética no hace, en su pesquisa de “valor”, más que duplicar monstruosamente –obesidad de segundo orden- la caída de lo que se pierde sin remedio. El resultado es de una lucidez a punto siempre de caer en la tentación de la glosolalia, de un impecable humor negro que exhibe en detalle la torpeza de estilo que el inmoralista ocioso confunde con el descuido preciso de la elegancia. 

Lisiana, novela magistral de Carlos Ríos, se construye, así, con lo que sobra; sobreescribe el resultado de la poda de todo lo que será un poema para que el poema, oculto, pueda resplandecer aunque sea tenuemente, en la pasión temblorosa del plagio.  

 

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