Manuel sabe que es adoptado. Se lo gritó un compañero en el colegio primario y finalmente se lo confirmó su padre adoptivo, Vicente Jerez, abogado, especialista en negocios inmobiliarios quien escribió una novela en 1985 que tuvo éxito y luego ya no escribió más. El hombre acaba de morir y cuando Manuel busca entre sus papeles para ordenar su sucesión encuentra un manuscrito que lo enfrenta al dilema de descubrir quién fue realmente ese hombre que lo crió.
Cuando Victoria tenía dos años un grupo militar secuestró a sus padres. Fue dejada en casa de un matrimonio con el argumento de «ya vendrán a buscarla», lo que finalmente hizo semanas más tarde uno de sus abuelos. Creció en un pueblo del interior hasta que marchó a la ciudad para estudiar y tratar de reconstruir qué pasó con sus padres.A lo largo de 224 páginas la novela entrecruza los destinos de Victoria, quien reconoce que «la avidez de información alcanzó pronto el valor de la respiración» y de Manuel, que a partir de su pesquisa verá tambalear el «monumento» que era para todos la figura de Vicente Jerez. Estos dos personajes le permitieron a Aiub «liberarse y sacarse de adentro» su historia, según reconoce el escritor en diálogo con Télam.

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