«La tensión narrativa de El puente de las brujas, incluso en su vector policial, funciona más como los remolinos del río que como su corriente, o funciona como su lento subir; envuelve sin progreso aparente, conquista de a poco, trae la duda de si se podrá o no se podrá salir de ahí.

Llamarle intriga sería banal, insuficiente. Es más que eso: es el modo de suceder que tienen algunos hechos, un modo de combinarse lo esperable y lo inesperado que solo la literatura, con el grado de destreza que logra Juan Fernández Marauda, puede plasmar y puede expresar en niveles tan notables».

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